Con las manos en la masa
Cuando se sienten
involucrados en las actividades de los adultos, los chicos son cuidadosos y
respetan los límites. Dejarlos entrar en la cocina, además de sabores, aporta
buenos elementos a su educación.
Que los chicos entren a la cocina, se laven las manos y
mezclen ingredientes es una opción muy divertida con múltiples posibilidades y
variados beneficios. Cuando se sienten
involucrados en tareas que ellos sienten como importantes, no protestan, hacen
caso a los límites y se sienten confiados. Además, nos permite a nosotros pasar
un rato divertido con ellos. Desde bien chiquitos pueden agarrar una cuchara de
madera y revolver alguna mezcla sin peligros.
Para los chicos, cocinar es una tarea entretenida y
saludable al mismo tiempo, les aporta el valor de comer preparaciones caseras,
incluso, puede ser una forma de probar ciertos alimentos por los que sienten
cierto rechazo. Viven con gran interés y expectativa probar el resultado final
de las preparaciones, ya que al estar involucrados se transforma en un juego, y
una manera sutil de adquirir responsabilidades.
Beneficios:
Fomenta la creatividad.
Ayuda a desarrollar nuevas habilidades.
Desarrollan destreza manual.
Ejercitan conocimientos de matemática para contar, medir, y
seguir las instrucciones de la receta.
Aprenden ciencias cuando ven el cambio de estado de las
preparaciones gracias a la acción del calor.
Aprenden sobre temperaturas, flotación, estados del agua,
mezclas, disuelto, derretido, entre otros conceptos.
Ayuda a apreciar la comida casera.
Comprender el valor de colaborar en las tareas de casa.
Aprender a comer alimentos saludables.
Aprenden tiempos de espera.
Aprenden a diferenciar sabores, olores y consistencias.
Iniciarlos en conocer las propiedades de los alimentos
Aprender a tener una alimentación equilibrada.
Concientizarlos en el aprovechamiento de las comidas y no
desperdiciarla.
Para cocinar con los chicos hay que tener en cuenta algunos
detalles: tener a mano los ingredientes y utensilios, sobre todo si son pequeños,
se impacientan entre paso y paso; prever posibles derrames, usar delantales,
lavarse las manos antes de cocinar. Según la edad de los niños podrán realizar
diferentes acciones en la cocina, pero existen muchas recetas facilísimas para
compartir. Para los más grandecitos, ver cómo crece la masa gracias a la
levadura, es pura magia. Hacer panes o pizzas con ellos puede ser apasionante.
A todas las edades, va a gustarles amasar. Si nosotros pelamos la fruta, y
ellos pueden usar un cuchillito de plástico o madera, incluso los de juguete,
podremos compartir la preparación de una ensalada de frutas, bananas, melón o
cualquier fruta fácil de cortar.
Creemos, en general, que la cocina no es un lugar seguro
para los chicos, pero tomando ciertos recaudos, puede serlo. Prestar especial
atención a que no haya a mano de los niños cuchillos ni ningún tipo de
utensilio cortante o filoso, como tampoco elementos de vidrio u otros
materiales que puedan lastimarlos al romperse. Siempre tiene que haber un
adulto supervisando la tarea. El adulto es quien corta, y maneja los elementos
que van al fuego o al horno. No dejar mangos de ollas o satenes sobresaliendo
de la cocina y siempre utilizar las hornallas de atrás. Otro dato importante: si
tuvimos un mal día, mejor dejamos la cocina para otro momento; se necesita una
dosis de paciencia, desconectar el piloto automático al que solemos estar
conectados los adultos la mayor parte del día, y saber que los chicos van a
ensuciar la cocina, aunque después podamos involucrarlos también en la
limpieza.
Nota publicada en suplemento Vida de Diario Popular
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